Ella sólo soñaba con un principe azul, con un enorme castillo y con unos zapatos de cristal. Pero un día desperto y se dio cuenta que los principes azules no existen, que el castillo es sólo una casa compartida con sus padres y los zapatos de cristal en realidad son 10 centimetros de dolor para unos pies cansados de recorrer cada noche los bares en busca de un poco de alegria y felicidad.
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